Científicos del CONICET desarrollaron una línea de papas resistentes a virus y soja tolerante a sequía
La
Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA)
aprobó dos eventos desarrollados por científicos del CONICET: una línea
de papas resistentes a virus y soja tolerante a sequía.
Dos eventos transgénicos desarrollados por investigadores del Consejo
cuentan con una nueva aprobación y avanzan en su camino hacia el
mercado. De acuerdo con la legislación vigente todo evento de
transformación genética debe contar, para poder ser comercializado,
con
las aprobaciones de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología
Agropecuaria (CONABIA) y del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad
Agroalimentaria (SENASA), ambos dependientes del Ministerio de
Agricultura, Ganadería y Pesca.
La aprobación del primer organismo determina que las modificaciones
introducidas en las plantas no representen un riesgo para el
medioambiente, mientras que el SENASA determina que el nuevo cultivo no
ponga en peligro la salud humana o animal y que, desde el punto de vista
nutricional, sea equivalente al cultivo sin transformar.
Esta semana dos cultivos desarrollados por científicos del CONICET,
una papa resistente a virus y soja resistente a sequía, obtuvieron la
aprobación de la CONABIA. Raquel Chan, investigadora superior del
CONICET y directora del equipo que desarrolló la soja tolerante a
sequía, comenta que si bien aún falta la aprobación del SENASA, esta
noticia representa un gran avance en ese sentido.
Además, la investigadora explica que el invernáculo construido por el
CONICET en el predio del CCT Santa Fe donde se emplaza el Instituto de
Agrobiotecnología del Litoral (IAL, CONICET-UNL) permitirá avanzar en el
desarrollo de otros cultivos agronómicos modificados, algo que no era
posible sin esta instalación y su correspondiente habilitación.
“Este invernáculo es una apuesta grande para generar un servicio de
transformación de cultivos nacional”, dice. Para poder operar, el
invernadero debe contar con dos aprobaciones del Instituto Nacional de
Semillas (INASE): la primera determina que las instalaciones cumplen con
las normas de bioseguridad para trabajar con organismos modificados
genéticamente. Y la segunda aprueba con qué ensayos y genes se va a
trabajar, y en qué plantas. Al momento el invernáculo cuenta con la
primera y se está tramitando la segunda. Además, el CONICET ya cuenta
con la certificación como operador de organismos genéticamente
modificados.
“A futuro, la idea es crear en el IAL una unidad de transformación
que brinde servicios a los laboratorios del CONICET en el país que
desarrollan tecnologías en sistemas modelos y no las pueden llevar a una
etapa superior, hacia un cultivo de interés agronómico”, dice Raquel Chan.