El 17 de agosto del año 1850 falleció en Francia el general Don
José de San Martín. A 168 años de su partida física, en cada aniversario
se siguen narrando las grandes gestas militares que lo convirtieron en
el Padre de la Patria.
Sin embargo, poco se ha indagado sobre los aspectos de la vida íntima
de este hombre que, mientras luchó por la liberación de los pueblos
americanos, tuvo gustos y distracciones como cualquier ser terrenal.
Tanto en la escuela como en las ya clásicas revistas Anteojito y
Billiken, distintas generaciones de argentinos aprendieron que nació en
Yapeyú un 25 de febrero de 1778 y que, luego de intervenir en distintos
campos de batalla tanto en África como en Europa, en 1812 retornó a
Buenos Aires para luchar por la liberación de la Argentina, Chile y
Perú. También se enteraron de que, una vez declarada la Independencia, San Martín cruzó los Andes en 1817 y posteriormente venció en
Chacabuco y Maipú. Además de su faceta militar, se destacó como un
político revolucionario, con pensamientos avezados e inteligentes en pos
de objetivos magnos como la libertad y la independencia.
El presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, Eduardo García
Caffi, señaló que “en sus campañas llevaba baúles con más 800 libros y
fundó bibliotecas en cada uno de los lugares en los que le tocó actuar”.
Para el titular del organismo encargado investigar y divulgar la vida
y obra del Padre de la Patria, el principal legado que dejó el prócer
es el hecho de pensar la libertad a través de la educación. “Al arte, la
ciencia y la cultura les daba un lugar preponderante”, señaló.
Algunas frases de José de San Martín





