Sergio García es noticia desde hace más de 8 años, y recientemente hubo
muchos que se alegraron porque la Justicia provincial falló a su favor
ordenando se le pagara una importante indemnización.
Su larga lucha porque se resolviera favorablemente el juicio que le
inició a la Provincia, la Municipalidad de Santa Rosa y la Empresa Ilka
Construcciones,
culminó con el pago de una suma que no cambiará
radicalmente su condición física -aunque le permitirá comenzar un
tratamiento en Cuba este mismo año para lograr alguna recuperación-, y
le puede posibilitar una mejor calidad de vida.
Desde que hace un par de semanas abandonó la “casa-carpa” que había
levantado en la Ciudad Judicial -estuvo residiendo allí más de dos
años-, Sergio García trató de habituarse a “su nueva” vida. Esto es
habitar un departamento, viajar a Carlos Casares primero -para estar con
su familia paterna-, y también a Capital Federal para empezar en el
Hospital Militar los análisis que deberá reunir antes de viajar a La
Habana y llevar adelante allá su proceso de recuperación.
Una larga lucha.
Como se sabe, y se ha informado profusamente, el
muchacho sufrió una accidente la noche del 1 de abril de 2011, cuando
con su moto cayó en un pozo de la calle Arriaga -en el Barrio Santa
María de la Pampa-, en una obra que estaba sin señalizar. Estuvo
internado varios meses, y quedó parapléjico.
Después de eso inició un largo periplo judicial que duró más de 8
años, tras lo cual la Justicia determinó que las demandadas debían
pagarle en total -por partes iguales- la suma de 13.4 millones de pesos.
Así
las cosas un día de diciembre pasado levantó la carpa, devolvió algunos
elementos que le habían prestado, y con “Viejo Lobo” el perro que se
aquerenció a lo largo de esos dos años en la Ciudad Judicial se fue del
lugar.
Por algunos días no se supo demasiado de él, salvo que había marchado
a visitar su pago natal -Carlos Casares- donde viven sus padres y
hermanos.
Compró auto.
Pero la semana anterior comenzaron a circular algunas
informaciones acerca de las actividades de Sergio García. “Está
viviendo en un departamento en la calle Roque Sáenz Peña”, o “viajó a
Buenos Aires”, agregaron algunos. Y otros, en forma más o menos
insidiosa, no dejaron de señalar que se compró auto: “¡Se compró un
Audi!”, resaltaron.
No faltaron por supuesto los comentarios maliciosos: “La gente lo
apoyó a García porque era uno de los nuestros…”, dijeron refiriendo a la
amplia adhesión de distintas personas que alcanzó su reclamo; o “se va a
patinar la guita”, se señaló en forma más o menos abierta.
Lo que dice Sergio.
La noticia de que Sergio García compró un Audi
fue también motivo de charlas en la Redacción de LA ARENA, y no
faltaron los que expresaron que sería “morbo periodístico” dar cuenta
del tema en forma pública.
Lo cierto es que lejos de esa especulación, están los que creen que
Sergio -como lo hizo a lo largo de todos estos años que duró su odisea
judicial- tiene derecho a decir lo suyo sobre esta cuestión.
Y lo
dice: “Sí, es verdad, compré un Audi 2012, automático… es un auto que se
adapta a mis necesidades”, aceptó revelar de entrada.unque cabe preguntarse si debe explicarle algo a alguien sobre el
tema, por más que su vida se transformó en pública durante varios años,
lamentablemente y muy a pesar suyo.
Quién tiene derecho a juzgar.
Es verdad como dijo alguien que la
comunidad -y los medios periodísticos- acompañaron la larga lucha del
mecánico; pero eso no debiera ubicar a nadie en el papel de censor, o
preceptor de sus acciones. Sencillamente porque quien está postrado en
una silla de ruedas desde hace más de 8 años es él. Sergio es quien
debió poner el cuerpo y el alma para sobrellevar la situación, y nadie
más puede sopesar suficientemente sus penurias.
Dice el diccionario que la inconsistencia entre aquello que se
defiende y aquello que se hace -entre aquello que se siente y aquello
que se dice- no es otra cosa que hipocresía. Por eso, en esta cuestión,
nadie debiera ponerse en el lugar de examinador de las acciones de los
demás: ergo, que Sergio García haga lo que mejor le venga en ganas.
Tenía todo, se quedó sin nada.
“¿Saben los que me reprochan ahora
porqué me compré un auto que al momento del accidente yo tenía una Ford
Ranger 0 kilómetro; y también un Megane… y moto? ¿Y que además tuve
cuatriciclo, y una casa y un taller? ¿Y que perdí todo eso? … Lamento
que hoy a algunos no les guste, pero en realidad compré un auto que me
viene muy bien para mi situación, automático, y con alguna modificación
para que pueda manejar cómodo”, argumentó el muchacho.
Señaló que con el auto “pudimos ir en estos días a Buenos Aires y
manejarnos allá con Daniel Azcárate, mi cuidador terapéutico, y empezar a
sacar los turnos en el hospital para los análisis. Así que pronto
tendremos que volver… Esta vez manejó él, porque yo estaba gestionando
el carné, que ahora sí lo tengo…”, completó.
En síntesis, la verdad, que Sergio García haga lo que le venga en ganas… está en todo su derecho.
La Arena